
Desde muy pequeña estando en el colegio me había destacado por ser muy buena deportista, pues en casi todos los equipos deportivos estaba yo: bascketball, voleyball, tennis, baseball, fútbol, gimnasia olímpica y en los dos que más me destaqué: porrismo y microfútbol.
Teniendo muy buenas bases desde mi práctica de gimansia olímpica me fue fácil ingresar al equípo de porristas. Primero ingrese al grupo de mi colegio, el que empezó siendo muy pequeño pero con el paso del tiempo logró ser un equípo más grande.Tanto progresó éste equípo que llegamos a participar en el campeonato departamental y también en el nacional que se realizó en la ciudad de Santa Marta. En Santa Marta no todo fue diversión, teníamos que entrenar muy dúro, desde que nos levantabamos hasta que llegara la noche, comer e ir a dormir. Cuando terminó la competencia, nos dieron tiempo libre, nos fuimos a un paseo a las afueras de la ciudad a un hotel muy lindo y pasamos todo el día alla.
Luego ingresé a un grupo élite de porrismo. Era un grupo que reunía a las mejores porristas de cada colegio, éste era porrismo de alto nivel, más avanzado y mucho más exigente.
En microfútbol, también me fue muy bien, en el colegio hicimos un muy buen equípo. Entrenabamos disciplinadamente y juagabamos muy bien, ganabamos cada partido, lo cual nos convirtió en un reto para muchos otros colegio que jugaban con nosotros en los "torneos intercolegiados". Llegué a jugar en la liga de Norte de Santander pero la falta de tiempo hizo que no pudiera continuar. Era muy difícil distribuir mi tiempo entre mis deberes del colegio y los entrenamientos.
Siempre he tenido una gran pasión por el fútbol, pero una lesión me impidió seguir jugando. En el verano del año 2006, ingresé al equipo de fútbol femenino de mi colegio en Estados Unidos. Empecé a entrenar fuertemente y en el primer partido que jugué me lesioné. Tengo el dolor grabado en mi memoria, estaba jugando la posición de mediocampista. La pelota llegó a mi zona y junto con la del otro equipo corrímos hasta llegar a la pelota. Llegamos al tiempo, las dos pateamos a la vez, pero ésa patada no me salió nada bien. Mi rodilla se torció inmediatamente, yo quedé acostada en la mitad de la cancha retorciendome del dolor, y nadie se había dado cuenta, pero cuando me vieron pararon el partido y me sacaron. Días después mi rodilla no mejoraba, así que recurrimos al médico, me hice todo tipo de exámenes y al evaluarlos, efectivamenete tenía una lesión, me rompí el ligamento cruzado anterior ubicado en la rodilla y sólo se podía arreglar con cirugía. Cirugía que será el punto de partida para seguir haciendo lo que más me gusta, deporte.